Este año al equipo le cuesta medirse a rivales presuntamente inferiores y sobre todo antes de un partido importante. Empiezan con el tema de las rotaciones, cuando a Valverde no le gustan en demasía, luego hay pocos cambios en el equipo pero el juego del mismo es demasiado lento. Sin velocidad. Empiezan pensando que ya caerá el gol, el rival sale muy retrasado con las líneas muy juntas y amontonando hombres en el área propia y todo se encalla. ¿Falta concentración? ¿guardan fuerzas para la Champions?
No sabemos. Pero el juego se resiente. Y luego viene cuando el rival que no había salido de su área con una linea de 5 atrás, 4 por delante y 1 sólo delantero, lanza una contra con un solo jugador, y consigue marcar, poniendo a su equipo por delante del marcador. Entonces toca remar el contra.
Por suerte, Piqué ha conseguido empatar antes del descanso rematando un centro de falta lanzada por Messi. Al menos han evitado las prisas y el nerviosismo que genera el marcador en el equipo conforme pasan los minutos.
Valverde ha decidido mover ficha en la segunda parte porque la cosa no pintaba bien. Dembélé ha entrado por Arthur y se ha notado un aumento de velocidad en el juego y una mayor presión al rival. Todo esto ha hecho mejorar el juego de ataque, hasta que ha llegado el penalti sobre Semedo. Segundo de Messi y las cosas empezaban a estar en su sitio. Pero por desgracia, este equipo no sabe controlar los partidos. El entrenador rival ha modificado con un cambio el dibujo poniendo un delantero más y un adelantamiento del equipo, generándose un toma y daca descontrolado con intercambio de golpes que podría haber dado problemas. Pero por suerte, la mayor pólvora ofensiva del Barça ha acabado con un tercer gol de Suárez después de una excelente combinación con Rakitic, que hacía poco que estaba en el campo.
Esperemos que el miércoles vuelva a dar su mejor versión para evitar problemas para clasificarse para la siguiente ronda, visto lo ocurrido con otros equipos.
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